Ricardo Rendón, nacido en Rionegro, Antioquia, en 1894, emergió como una figura destacada en la escena artística y cultural de Colombia en el siglo XX. Su legado artístico, aunque truncado por una trágica partida, dejó una marca imborrable en la historia de las artes visuales en el país.

Desde su juventud, Rendón demostró un interés innato por la pintura. En 1911, se trasladó a Medellín y se sumergió en el mundo artístico al unirse al recién fundado Instituto de Bellas Artes. Bajo la tutela de maestros como Francisco Antonio Cano y Humberto Chaves, Rendón cultivó sus habilidades pictóricas, estableciendo las bases de un estilo distintivo que más tarde lo catapultaría a la escena nacional.

Su incursión en la esfera pública comenzó con la publicación de sus dibujos en la revista “Panida” y la revista “Semana”. Sin embargo, su enfoque artístico se amplió para abordar cuestiones políticas y sociales. Desde 1915, formó parte de grupos de inconformistas, como Los Panidas, donde compartió ideas y perspectivas con mentes afines.

A pesar de provenir de una familia acomodada, Rendón no se limitó a los círculos locales. En 1918, se trasladó a Bogotá y estableció conexiones con la élite bogotana. Su talento para la caricatura política floreció en periódicos destacados como El Espectador, El Tiempo y La República, así como en revistas influyentes como Cromos, Sábado, El Gráfico y Universidad. Sus agudas críticas sociales y políticas, expresadas a través de la sátira gráfica, le valieron reconocimiento y respeto en los círculos intelectuales de la época.

La vida de Ricardo Rendón llegó a su fin de manera trágica el 28 de octubre de 1931, cuando se suicidó en Bogotá a la edad de 37 años. Su legado persiste en sus obras, que capturan la esencia de un artista apasionado y comprometido con la reflexión crítica de su entorno. Aunque su partida prematura dejó un vacío en la escena artística colombiana, Ricardo Rendón sigue siendo recordado como un pionero valiente que desafió las barreras sociales a través de su arte. Fue sepultado en el Cementerio Central, pero su influencia perdura como un faro de inspiración para las generaciones venideras.